Autor: Alfredo del Pozo García
Las costumbres y hábitos varían cronológicamente seguir las fases de infancia, adolescencia y juventud. Décadas 1930-40 y 1940-50.
Mientras los contendientes en la guerra fratricida se tiroteaban y los diarreicos aviones excretaban bombas a granel, los infantes, ansiosos de ocio, recurríamos a métodos no exentos de riesgo, de ahí que surgieron juegos y hábitos incomprensibles para las nuevas generaciones.
Ejemplo: uno de éstos consistía en hacer explosionar las balas de fusil, que abundaban por doquier, sobre suelo duro lanzando una piedra sobre el pistón de la parte trasera y originando la salida fulminante de aquél con pequeño estallido.
La cuadra próxima al cuartel- escuela era centro de reunión donde se tomaban decisiones respecto al logro, avituallamiento y almacenamiento de víveres que indudablemente facilitaban los nutrientes indispensables para mantenernos en forma. Entre los miembros de la pandilla destacaba la figura de Santiago asumiendo la “jefatura del comando”. Pertenecer a esta pandilla y participar en deliberaciones era un honor, por lo cual todos intentaban la ganancia de honores colaborando en los desaguisados, especialmente en “les fartures”. Entre otros alimentos mencionaremos “las algarrobas” amontonadas en el almacén del vasco y sustraídas sigilosamente. Un día en que ingeríamos estas nutritivas vainas destinadas al ganado equino, Santiago el de Domingo se vio afectado de una impresionante hinchazón de vientre, o sea, “enteló” como una vaca. Sus alaridos y voces quejumbrosas se podían oír desde el Pico Leina. Una siesta en el prado de Antonio Hevia junto al puente fue el remedio para reducir el abombamiento de ombligo.
Acaso los “guages” no éramos conscientes de la precariedad del momento, agravada por la pertinaz sequía y hambruna, que obligaba a l desplazamiento desde Moreda y demás pueblos de aquellos grupos de niños famélicos ejerciendo la mendicidad. Comparando la situación, los niños del Alto Aller éramos unos privilegiados. Con ellos compartíamos juegos en la plaza y al lado de la Panera. No olvidemos la esplendidez de Santiago y otros hacia aquellas personas, de las que recuerdo a un niño rubio de la Casa Nueva, quien ya ciego, pudimos verle durante años vendiendo cupones por los pueblos del concejo. Finalizada la contienda comienzan a practicarse juegos como el Lirio-Lario, aro con gancheta, esquí con tablas de toneles, carreras a “recostrines”, el cucurabucu, la pica-la mula, el cascayu, les chapes, la peonza, fútbol con pelota de “trapo”, el diabolo, excavación de minas,etc, sin olvidar la natación y la bicicleta- El Guá.
DESCRIPCIÓN DE ALGUNOS JUEGOS
LIRIO-LARIO: consistía en el uso de dos palos, uno corto de 20 cms aproximadamente y otros de unos 50-60 cms, ambos con un diámetro de 3-4 cms.
Campo de deportes: la Plaza o la misma carretera, por la que sólo circulaban los vehículos del Rápido de Felechosa, el camión o automóvil de Alfredo del Pozo y el Sifonero de Cabañaquinta.
Participantes: por docenas.
Táctica: con el palo largo y de un golpe seco se impulsa el de menor longitud hacia el contrincante. El primero en lanzar grita “Lirio” a lo que responde el 2º con la palabra “Lario”. “ A parar a casa el Boticario”. Varios fallos significaban derrota.
Resumiendo, hemos sido los precursores del actual y moderno juego de tenis.
ARO CON GANCHETA: competiciones duras, distancias largas por lo menos hasta Llanos atravesando Marimora a velocidades increíbles, hasta la extenuación.
ESQUI: Materialmente encorvadas tablas de los toneles del Lagar Casa la Sidra. Aún no había vinaterías como las de hoy, pues el vino se distribuía en “pellejos” colocados en los lomos de los asnos o mulos.
Táctica: no era necesaria la nieve. Todo el año es propicio para este deporte.
Se untaban las tablas con aabono o “cuchuecológico” para facilitar el desplazamiento, o mejor, el deslizamiento por los prados y vertientes con velocidad vertiginosa y escalofriante.
El lugar preferido fue el “Prado los Cainos”, en la Barraca, frente a casa Delmira la de Alejo, padres de Juanín Alonso, Arcadio y Pepín, es decir, donde Arsenio ha edificado su chalet.
Los pies eran sujetados con cuerdas en la concavidad de las tablas.
CARRERAS A “RECOSTRINES”: Correr cargando un compañero a la espalda.
EL “CUCU- RABUCU”: dar volteretas en prados como la Arquera, Fabarín, etc. Es decir, “hacer el pino”, apoyando la testud sobre el césped y rodando hasta el vértigo total, después de tantas piruetas.
“LA PICA-LA MULA”: Filas interminables de guages agachados sobre los que se saltaba a relevos, o sea, saltaba uno y se agachaba, y así sucesivamente hasta el agotamiento. También somos los precursores del “Potro de los gimnasios o de la mili”, con la diferencia de que éstos se situaban en posición longitudinal, mientras que en la “Pica –la- Mula” el potro, es decir, el “guage agachado” adoptaba posición horizontal.
Durante el salto era de rigor vocear
“A la una la pica la mula”
“¿A las dos quiés coz?”
En efecto, a las dos, había que soltarle fuerte puntapié en el trasero. Sin embargo, nadie se libraba de la contundente y dolorosa coz.
EL “CASCAYU”: aunque propio de las niñas, algún osado ayudaba a trazar las líneas e incluso participaba. La verdad es que sentaba fatal ¡Ver un “guage” a la “pata coxia” mezclado entre las féminas! El machismo era evidente.
“LES CHAPES”: “Ciclismo sofisticado”, diría yo; este juego tenía por objeto deslizar chapas de botella con adhesivos de corredores famosos como Langarica, Trueba, Mancisidor, Delio Rodríguez, etc. Siguiendo las carreteras, sinuosas montañas y metas diseñadas en el suelo. Las chapas son impulsadas hacia delante haciendo contactar los dedos índice y pulgar de la mano derecha en los diestros y de la izquierda en los zurdos o siniestros. Ganador del trofeo o simulado galardón sería el que lograba llevar las chapas a las respectivas metas.
“LA PEONZA”: Consistía en dibujar o trazar un círculo con tiza sobre el pavimento, clazada o acera, dentro del cual se colocaban “perronas” o monedas de 10 ctsm de cobre. Aquél que, manejando hábilmente la peonza, sacaba las monedas del círuclo, era el ganador de aquellas.
EL DIABOLO: Practicado por algunas chicas entre las que destacaba, Chavela la de Doña Isabel Huerta, por su maestría.
El fútbol en la plaza con pelota de “trapo y cordel”, la bicicleta, más bien corresponden a la edad de 15-16 años, masla natación era un deporte practicado desde niños.
Excavación de minas, o Laboreo de minas. Como se expresan los ingenieros. Excavación y “postiao” de minas, dentro de las cuales nos cobijábamos no más de tres personas a causa del reducido espacio, constituyendo tertulias de larga duración. Obra de arte fue la mina de Alende, limítrofe con la finca Ablanedo de Luciano Miranda; siendo los verdaderos artífices Silvino Barbón y Lin de Adela Santiago, que con su destreza convirtieron el habitáculo en un rincón al que todo “quisqui” pretendía acceder; pero los afortunados fuimos unos pocos, que día a día nos “acurrucábamos”, efectuando esporádicas salidas para otros menesteres.
La realidad para Lin y Silvino fue bien otra, ya que siendo muy jóvenes hubieron de someterse al duro trabajo de la mina. La terrible silicosis acabó con la vida de Lin a una edad temprana, en tanto que Silvino vivió bastantes años más.
Los medios eficaces de protección escaseaban. La mina no se derrumbó; ni la pisada de un elefante lo conseguiría, primero por la ausencia de tales plantígrados, y segundo por la ligereza y poco peso de los animales que merodeaban la zona:”curuxas”, “esquiles”,”zordos”, “malvises”, “alguna fuina”, etc.
EL ESCONDITE
El tedio y aburrimiento nos incitaban a practicar este juego que ponto sustituíamos por otros más gratificantes.
Se reunía el grupo habitual de participantes en los lugares de costumbre. Uno de ellos, vendados los ojos, pronunciaba a viva voz el siguiente estribillo:
“Escondelerite, Leritón, tres gallinas y un capón; el capón se puso malo, las gallinas se enfadaron que tris que tras, que afuera estás”.
Cuando quitaba el vendaje, todos habían desparecido. Su misión consistía en mostrar sus dotes de “detective” y descubrir los “zulos” donde se ocultaban. Las sesiones eran aburridas e interminables.
DÍA LES TRAVESURES
El sábado, víspera de Pascua, los jóvenes e incluso los maduros mozos, tenían la costumbre de hacer trastadas sin consecuencias funestas, en horas nocturnas. Aparecían carros, trastos, maderos, ramas de árboles, etc cerrando o dificultando el paso por caminos, “caleyes”, hasta la salida de algunos domicilios. Nadie se enojaba, puesto que las gentes lo aceptaban con naturalidad y simpatía.
Aparecían “carreñas y forcaos” colgados de campanarios o del “Texu de Santibáñez”. Un voluminoso madero atravesado en la carretera entre el Pino y Felechosa dificulta por un tiempo el tránsito del automóvil conducido por Alofredo del Pozo (padre), ¿año 1935? Con un solo viajero: el infalible cliente Pepe el de Don Luis.
¿Sería ésta la razón por la que los de “por ende abaxo”, (sin ánimo de ofensa por supuesto) nos aplicaron a los del Alto Aller el calificativo de “Los de la viga atravesá”
“PORRIA A COTZANZO, PORRIA A SANTIBAÑEZ, PORRIA A CUERGO”
Actos más bien arriesgados y violentos como celebración del “Antroxu”.
Desde la Pruvia o Camín del Cuartel Los de Santibáñez y la Fuente, voceaban desafiantes el “Porria a Cotzanzo”, que siempre salíamos victoriosos pese a la desventaja de tener que ascender sigilosamente. “Los morcillazos y garrotazos” no arredraban a los ágiles y forzudos combatientes. El riesgo existía, pero nunca se llegó a una real violencia. Al final todos amigos, y al día siguiente los comentarios divertidos en la escuela. Tales actos también eran nocturnos.
De la misma manera ocurría con Cuérigo aquella noche, por lo que el agotamiento era evidente.
LA ESFUEYA- EL FILANDÓN
Si mal no recuerdo tal costumbre tenía lugar en algunos domicilios de Santibáñez y Cuérigo; creo que en casa Genara, Miguelín, la tía Concepción, Casa Clemente la Barraca, Casa Alejandro, el Corralón, etc. Se reunían los vecinos para ayudarse mutuamente en las faenas de la Esfueya de las “panoyas”, realizadas por los hombres mientras las mujeres hilaban con la rueca. Hasta el amanecer se cantaban canciones y narraban cuentos.
EL AGUINALDO
Costumbre correspondiente al día San Silvestre o Nochevieja. Los mozos de nuestras parroquias formando grupos dispersos iban de casa, portal en portal, cantaban y tocaban panderetas u otros instrumentos rudimentarios. Pedían el “aguinaldo” que nadie les negaba gratificándolos con alguna moneda de “rial o perrona”, amén de manjares, sobre todo “casadielles”.
TÓMBOLAS
Sobre los 40-45 era habitual que algunas gentes de la Parroquia instalasen rudimentarias tómbolas y recorriesen los pueblos donde se celebraban romerías refando productos o utensilios de ínfima valoración como tazas, fiambreras, cubos, etc.
Una de estas personas fue Pin el albañil, otro inquilino en casa Felicidad del Carretero, quien desde Sotiello fija residencia en Collanzo para ejercer la profesión de albañil. Los llamados tomboleros como Pin, gritaban cara al público ¡Al calderu, señores, al calderu!. Josefa la Barraca, Josefa la de Alfredo, siempre laboriosa y activa, también era “tombolera” y rifaba casi siempre algún “gochín de cría”. La gente adquisría de buen grado para favorecer a estas sacrificadas gentes, papeletas con el número correspondiente.
LAS CENCERRADAS
Se dedicaban a las viudas que contraían segundas nupcias. Gran número de mozos, provistos de “cencerros”, sujetos a las respectivas cinturas, se situaban bajo el balcón, galería, corral o portales de los domicilios del reciente matrimonio, la misma noche de bodas o luna de miel, y producían tal estruendo que con toda seguridad la pareja se habría de refugiar en la carbonera o en lugares recónditos de la casa.
En Moreda y aledaños, se hicieron muy famosas las rondallas, destacando la “Rondalla de Campera”, cuyos integrantes usaban como instrumentos musicales papeles de fumar, palillos, flautas artesanales, cajas de cerillas de percusión como marmitas, potas, además de tambores, acordeón.
Viene el caso porque uno de los componentes del grupo era Rufo, hermano de nuestra madre Josefa y natural de Llanos como ella. Le llamaban el Marqués de Pipa- Rufo por el hábito de fumar en pipa desde la infancia hasta su óbito a los 90 años de edad. El conjunto musical era el protagonista en sus principios de las más sonadas cencerradas del Concejo. Posteriormente, llegaron a actuar en distintos puntos de la geografía asturiana.
El nombre del conjunto fue LA FAME, siglas de la Federación Allerana de Madreñas de Encina.
Otro de los protagonistas lo fue Gerardo, padre de nuestro sobrino Daniel, ex – Director de la Caja de Ahorros de Collanzo y con raíces en Riomañón y Conforcos.
BUSCA Y REBUSCA DE CASTAÑES
Los años difíciles, sobre todo a principios de los cuarenta, bandadas de mujeres y niños procedentes del Bajo Aller y Mieres, venían en el Vasco a Collanzo para la rebusca de castañas en el mes de noviembre revolviendo las inmensas cantidades de hojas secas caídas después de la recolección primera por sus dueños y del almacenamiento de oficios en las esféricas corras.
Las familias carentes de medios y no propietarias de castañeros ni de tierras enviaban a sus imberbes hijos a la recolección furtiva del apetecido fruto seco. Existía prohibición absoluta, hasta tal punto que los dueños elegían guardas que se situaban en lugares estratégicos para evitar la incursión de los furtivos.
Recuerdo un día que, en compañía del intrépido Santiago Panera, recogemos en Allende sendos cestos de castañas, siendo aprehendidos por el guarda, a la razón el buenazo de Luciano la Tía Concepción de la Fuente. Nos arrebata y decomisa el producto con los respectivos cestos; sin embargo, no estábamos dispuestos a irnos de vacío. Sin vacilar nos enfrentamos a Luciano lanzándose piedras, palos y todo lo que hallamos a nuestro alcance hasta la recuperación del botín.
Al paso por la Barraca, Luciano se lqueja con toda razón y relata lo acontecido a mi madre Josefa quien le obsequia con una “caja pitos”. Paz y después gloria. Estas acciones se repetirían hasta la saciedad.
No olvidemos que la precariedad de la época afectaba a la generalidad de los ciudadanos, ya que escaseaban los productos y aunque hubiese monedas, nada se podía adquirir y las escasas existencias impedían la compra, debido a la alta carestía.
Dadas dichas circunstancias, es comprensible que los propietarios defendiesen sus intereses, pero también sería comprensible la supervivencia de otros.
Verdaderamente las castañas cocidas eran plato exquisito, apetente y nutritivo que nos proporcionaba energía y calorías debido a la gran cantidad de hidratos de carbono que entran en su composición.
Confieso con rubor que con tales costumbres nos hemos erigido en los únicos dueños de todas las fincas y terrenos del entorno. Pese a que hemos incurrido en delito grave por sucesivas apropiaciones indebidas usando la premeditación, nocturnidad, pero sin violencia ni alevosía, siempre hemos sido absueltos por los afectados, a quienes desde estas líneas expreso personalmente mi agradecimiento eterno y pido perdón por los errores que hayamos cometido y la “guerra” que les hemos dado.
PESCA DE TRUCHAS
En aquella época las propinas semanales paternas o maternas brillaban por su ausencia. Indudablemente era preciso recurrir a la venta de truchas y frutas de propiedad ajena.
A nuestro 14 ó 15 años comienza la pesca a mano o buceo de truchas, rubias las del río Aller, y negras las del Río Mera, de excelente calidad y con perspectivas reales de venta segura. La afluencia masiva de veraneantes principiaba a notarse y la demanda en verano era muy satisfactoria.
Son dignos de recordar aquellos momentos en que Santiago Hevia gritaba con inmensa alegría: “Cayó Miaja”, “Cayó Miaja”, lo cual significaba que había conseguido una trucha de gran tamaño. Santiago Hevia, Santiaguín de Cuérigo, David Regina, Valentín del Pozo, Pepe Hevia, Antón de Victoria, Constantino del Pozo, Mario Barbón, Marcelino Encarnación, Jesús Castelo (Cachorro), todos ellos tenían edad superior a la nuestra, por eso conocían al de Miaja. Por mi parte tardaría muchos años en comprender el estribillo y su referencia; pues se trataba de un general republicano antifranquista llamado José Miaja Monant, nacido en Oviedo y fallecido en Méjico el año 1958.
Cada vez que uno cogía una trucha de gran tamaño pronunciaba el “Cayó Miaja”
Alfredo del Pozo García
Leyendo el cuento ,mi mente se ha ido, no se cuantos años atrás.Recuerdo aquellos juegos en la plaza de mi pueblo ,donde todos los dias estábamos a las cinco de la tarde
eran tiempos de esparcimiento en la calle,todos nos conocíamos .
Hoy en las grandes ciudades ,los niños son presa de ese gran monstruo que se llama siglo XXI.¡Qué pena!