SAN BLAS : la capilla de San Blas, ubicada en el interior de la Iglesia Parroquial de San Juan de Río Miera (o Santibáñez de la Fuente), alberga la Imagen del Santo, de poco interés artístico, pero sin duda, un santo sanador, advocaciones muy comunes en la RutaJacobea, y precisamente este lugar era cita obligada de peregrinos hacia San Salvador de Oviedo y Santiago de Galicia, como lo demuestran numerosos datos, encontrándose la capilla en el saliente de la iglesia hacia el norte, pudiendo datarse su construcción entre los siglos XV-XVI. Está cubierta de bóveda de crucería de ocho nervios y se encuadra dentro del estilo gótico. El retablo es de estilo barroco, formado de una sola pieza, y que fue contratado en el año 1696 por un coste de 1.800 reales, siendo dorado sobre principios del siglo XVIII. Tiene dos hornacinas, una para San Blas y otra para San Roque, otro sanador, rodeadas de cuatro columnas salomónicas y decoración vegetal.
La enorme devoción existente a San Blas y a San Roque dio lugar al establecimiento de una «Cofradía de San Blas y San Roque», encontrándose datos de ella en el Archivo Histórico Diocesano de Oviedo, dentro del apartado «Libros de Santuarios», Ref. 2.14.9 (Caja nº 84, Aller) datos distribuidos en varios cuadernillos que se dividen en los siguientes años : 1665 a 1673 (24 fl), 1734 a 1737 (4 fl), 1746 a 1747 (3fl) y 1748 a 1751 (4fl).
La festividad de San Blas es celebrada por la iglesia romana el día 3 de febrero, mientras que la ortodoxa es el día 11 del mismo mes. Las actas de su martirio se encuentran en Beronio (1589) y en la obra «Leyenda Dorada » de Vorágine (1982).
Blas procede del latín «blasius, tartamudo», se cuenta de él que era médico y obispo de Sabaste en Armenia, teniendo que huir en el transcurso de las persecuciones romanas y refugiándose en una cueva en el Monte Argeo, conviviendo con los animales salvajes, motivo por el que esta convivencia le sirvió para ser elegido, también, como advocación para la protección de los animales, una de sus facetas más desconocidas.
Sin embargo, el patronazgo sobre las enfermedades de la garganta le viene desde el momento en que desde la propia cueva en la que se encontraba escondido de las persecuciones romanas salvó la vida de un niño que una espina de pescado se le clavó en la garganta.
Igualmente, San Blas es patrono de los cardadores ya que uno de los suplicios a que fue sometido por los romanos, una vez capturado y negarse adorar a los dioses paganos, fue el de rasgarle el cuerpo con peines de hierro, siendo muerto por decapitación.
Tenemos que tener en cuenta el Monte Argeo, donde estaba la cueva de su refugio, ya que si disociamos las palabras nos encontramos con: Argeo=argentum=plata, y asociándolo con la voz «gurg» encontramos que esta voz está en la palabra garganta, (tajo grande en el valle debido a la erosión del caudal de las aguas) .
En cuanto a su celebración cada 3 de febrero, además de los cultos propiamente religiosos, en Santibáñez de la Fuente, al pié del «Texu», Monumento Natural, se reparten rosquillas y vino entre los asistentes que, dicen, tienen propiedades curativas ya que están bendecidas por el Santo. En otros lugares se hacen tortas y roscas que, una vez bendecidas, dicen son un gran remedio para las enfermedades de la garganta. En Tortosa reciben el nombre de «coquetes de Sant Blai».
También el salvado y la sal eran bendecidos para curar a los animales en ese día. Pero también San Blas, obispo y mártir, tiene otra peculiaridad más: en la población riojana de Autol, los cazadores, el día de la fiesta, llevaban las piezas cazadas muertas ante su Imagen para que fuesen bendecidas antes de comerlas.
Se asimila el culto de San Blas con las fiestas Lupercalias romanas en unión a La Candelaria o Purificación de la Santísima Virgen Santa Águeda, virgen y mártir, que se celebran el día 3 y el día 5 respectivamente de febrero.
El Monasterio de Santa María de la Vega de Oviedo, fundado por Dª Gontroda Petri, madre de la reina de Navarra y de Asturias, Dª Urraca «La Asturiana», natural de la localidad allerana de Pelúgano, como reflejan numerosos autores y la tradición popular, guardaban una reliquia de San Blas y se celebraba la «Fiesta de las Naranjas» el día de la fiesta en el conocido Campo de la Vega, pero la tradición del culto continúa actualmente en el Monasterio de San Pelayo, lugar al que fueron trasladadas las monjas de «La Vega», llevando la reliquia. Son varios los lugares asturianos que celebran San Blas, algunos con sus peculiaridades, pero sólo citaremos, por último, como en Jove-Gijón se reparten rosquillas.
Pero antes de poner punto y final a este trabajo sobre San Blas, vamos a saber algo más, por cierto, muy curioso, sobre un tipo de celebración que se hace cada 3 de febrero en la población de San Leonardo de Yagüe, perteneciente a la provincia de Soria:
Haciendo un estudio de las «Fiestas de España» se encuentra la que vamos a reseñar por su curiosidad y simbolismo:
«Las fiestas de San Blas, celebradas en San Leonardo de Yagüe, están incluidas dentro de las fiestas denominadas «Las Candelas». A San Blas se le asigna el día 3 para conmemorarlo, y también es muy antiguo el origen de las danzas que los vecinos de San Leonardo de Yagüe bailan en su honor dentro de la iglesia, en el presbiterio y ante el sacerdote revestido, con lo que la fiesta se traslada al templo donde se escenifica un baile con reminiscencias celtibéricas. La representación de esta danza corre a cargo de ocho bailarines y dos bobos o escuderos, ataviados con el traje típico que data del siglo XVIII.
La indumentaria se compone de chamarra adamascada, chaleco, faja de seda, pantalón rojo de paño, camisa blanca con remates, medias blancas y zapatos acharolados con hebillas de plata; la cabeza la cubren con pañuelo charro.
Ante las Imágenes de la Virgen de las Candelas y San Blas ejecutan once danzas al son de la gaita y tambor, aunque los instrumentos originales de estas danzas eran la dulzaina y el violín. Dependiendo del baile que realicen utilizan sólo palos, palo y castañuela, o palo y tapadera.
Una vez finalizada la misa en la iglesia, todo el pueblo sube a la ermita de San Blas para besar la reliquia del Santo, bailan una jota de espaldas al cerro, y, por la tarde, los vecinos se reúnen en la plaza para degustar bacalao regado con vino.
Volviendo a San Juan de Río Miera animar a seguir manteniendo las tradiciones y, sobretodo, recordar que la existencia de San Blas era por el fervor popular del pueblo y potenciado con el paso de la Ruta Jacobea Allerana que no está reconocida oficialmente a pesar de ser una de las más antiguas vías de peregrinación, como está demostrado.
«ASOCIACIÓN DE CABALLEROS DEL CAMINO DE SANTIAGO ALLERANO-ANDRES BORETTA».