Fieles a nuestra cita estábamos en el punto de salida del Grupo Covadonga, Alfredo, Armando, César y Rogelio. El pronóstico del tiempo no es nada favorable, prediciendo lluvias y vientos, pero lo cierto es que a las ocho de la mañana tenemos 12º y caen solo unas pocas gotas. Para hoy nos tiene preparado Alfredo una ruta por el Concejo de Aller, zona que hace tiempo que no visitamos.
Como siempre, tomamos la ruta por la autovía minera, comprobando que cada vez tiene mayor tráfico y llegamos a Collanzo a eso de las nueve de la mañana. Dejamos el coche en las inmediaciones de la iglesia de San Juan de Riomiera, en Santibáñez, pequeño pueblo casi colgado sobre Collanzo.
Digamos que Collanzo, Cuérigo, Santibáñez y La Fuente son núcleos de población con antigüedad prehistórica, castreña y medieval. Aquí había buen mineral, buenos pastos, caza, bosques y agua, además de unas formaciones del terreno que permitían controlar bien el control de una amplia zona de paso a través de montes y valles.
En Santibáñez, donde dejamos el coche, hay una antigua iglesia en honor de San Juan de Río Mera, con un monolito indicador que nos dice que conserva restos de estilo románico tardío, del siglo XIII y que a lo largo de siglos posteriores se le fueron haciendo añadidos con distintos estilos. Tiene una estructura de nave única, con un retablo barroco. En el exterior hay un majestuoso tejo de más de 12 metros de altura cuya ancianidad se calcula superior a los 500 años. Así que la de historias que podría contar si hablara.
Alfredo, previsor y estudioso de todas las rutas que nos prepara, confirma con algunos de los habitantes del lugar el camino correcto para la marcha de hoy y así emprendemos el camino abordando la empinada cuesta que desde que salimos nos lleva por una pista primero asfaltada hasta el próximo pueblo de La Fuente (640 m.a.) y después hormigonada durante gran parte del trayecto. A medida que ganamos altura la abundancia de nieve es mayor, pero no se hace difícil su tránsito, gracias en parte a que vamos pisando por las rodadas que untractor ha dejado el camino como si lo Después de esta pincelada de historia volvamos “a lo que díbamos”. Son las nueve y veinte de la mañana cuando arrancamos a caminar después de pertrecharnos con polainas porque ya desde la salida tenemos nieve, aunque la temperatura es de 6º y el sol apunta por el horizonte prometiendo subir más la temperatura.Alfredo, previsor y estudioso de todas las rutas que nos prepara, confirma con algunos de los habitantes del lugar el camino correcto para la marcha de hoy y así emprendemos el camino abordando la empinada cuesta que desde que salimos nos lleva por una pista primero asfaltada hasta el próximo pueblo de La Fuente (640 m.a.) y después hormigonada durante gran parte del trayecto. A medida que ganamos altura la abundancia de nieve es mayor, pero no se hace difícil su tránsito, gracias en parte a que vamos pisando por las rodadas que un tractor ha dejado el camino como si lo hubiéramos pedido de encargo.A derecha e izquierda abundan empinadas praderías con sus correspondientes cierres, alternando con bosque de hayas totalmente desnudas de hoja que emergen de un inmaculado manto de nieve. No faltan tampoco a la orilla del camino numerosos carrascos, muchos de ellos aún con sus rojas bolitas.
A lo largo de todo el trayecto hacemos numerosas paradas para contemplar un paisaje digno de dioses. El sol luce con una luminosidad refulgente sobre la nieve. Hacia cualquier orientación que dirijas la vista semeja una postal de acuarela con dominio de contrastes blanquiazules de cielo, nieve, nubes deshilachadas y perfiles de cordillera. Hacia San Isidro se dibujan perfectamente los picos Torres y Toneo. Recorriendo más hacia el sur los montes de La Carisa y Pajares. A nuestra espalda los montes de Quirós.
Estamos ya a unos 900 metros de altitud y la senda que nos había marcado el tractor se quedó atrás. Ahora continuamos abriendo camino por la pista sobre unos 40 centímetros de nieve pero su estado no ofrece gran dificultad. Pasamos el mayau Noales y enseguida a la Colladiella. Vuelta a la contemplación del paisaje. Uno nota sensaciones que le gustaría compartir con toda esa gente que, trabajando o metidos en la velocidad de vida que nos impone la sociedad moderna, en estos momentos no pueden disfrutar de esta riqueza de la naturaleza.
Al punto del mediodía llegamos a nuestro objetivo, el Collau Penota, En frente, hacia el noroeste, ponemos la vista en la ya conquistada por Andanzas “Peña Mea” distinguiendo con nitidez su inconfundible agujero. Ni que decir tiene que los diez o quince minutos que estuvimos aquí fueron de auténtico baño visual de paisaje.
El regreso lo hicimos desandando el camino de ida y con el mismo nivel de disfrute, llegando al coche hacia la una y media después de cuatro abundantes horas de excursión.
Para la parte gastronómica de la jornada nos dirigimos al ya conocido restaurante C’al Xabú en Cuérigo, donde con la buena acogida y calidad ya conocidas deleitamos nuestros paladares con un sabroso pote de lentejas y segundo plato de costillas guisadas. Incluso hubo quien se atrevió con exquisito postre merecido por haber sobrepasado las cuatro horas de marcha según rezan nuestras normas internas.
Vuelta a Gijón, piloto y copiloto en animada charla sobre lo vivido en la jornada; y pasajeros de atrás en sonora siesta (zzgrgrgrgr) cargando las pilas. Claro luego dicen que por la noche no duermen.
Hasta la próxima,
Rogelio Suarez